MELANCHOLIA
Por: Arturo Andrade
El director danés, Lars Von Trier, muestra en su drama psicológico Melancholia, como es la experiencia y la actitud que el humano presenta ante la muerte.
Nos introduce con una serie de imágenes, casi congeladas que sirven de cortina evocadora, y nos comienza a construir la atmosfera de la trama. La música de Wagner, aferrada en la tensión, se niega a resolver, como se nos niega la posibilidad de adivinar por completo el desarrollo de los eventos. Primeros planos, de los personajes protagonistas, cortados segundo a segundo, revelan la resolución que se genera en su rostro, ante semejante evento apocalíptico. Los planetas bailan y se acercan, tan rápido y tal lento, hasta que uno por su mayor dimensión consume al otro, despajándolo de todo rastro de vida existente.
Von Trier utiliza como catalizador, la sentencia de muerte que presenta el choque de dos planetas, para develar rasgos de la condición humana, acerca de cómo cada uno de nosotros se enfrenta a la muerte.
Justine el personaje interpretado por Kirsten Dunst, presenta un desorden de bipolaridad, llegando a tener episodios de depresión absoluta, Justine parece añorar el momento del fin, abraza a la muerte como a una amiga, que llega a relevarla de sus sufrimientos.
Contrasta el personaje de Claire hermana de Justine encarnado por Charlotte Gainsbourg, pues puesta la vista en su hijo, la obsesiva idea de ver a la muerte tan cerca y tan inminente, la lleva a un estado de total agonía y desesperación, que se va agravando conforme el planeta Melancholia se acerca cada vez más y más a la tierra.
El esposo de Cleire, opta por el suicidio. Mientras que su hijo desapegado de todo lazo con el mundo, ve al evento como el más grande acto de magia que pudiera presenciar, mientras la agonía de Claire perturba, la tranquilidad del rostro del niño reconforta.
Brutal encuentro con el destino.
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