viernes, 30 de noviembre de 2012

Leonora Carrington.
Por: Mateo Trueba

      Hace poco más de año y medio partió de este mundo una de las últimas y más completas artistas surrealistas dejándonos un legado de prosas, pinturas y esculturas que nos transportan a una realidad totalmente diferente a la nuestra.
Leonora Carrington nació Lancashire, Inglaterra el 6 de abril de 1913. Aproximadamente a la edad de 20 años Leonora se acerca al movimiento surrealista gracias a la influencia de varios artistas como André Breton, Joan Miró, Salvador Dalí y Max Ernst con quien tendría una tormentosa relación que marcaría a la artista de manera considerable.
      Carrington, después de una larga travesía a través de distintos países por su oposición a los regímenes fascistas, llegó a México en el año de 1942, fue ahí donde produjo la gran mayoría de sus obras y donde conoció a Remedios Varo otra magnífica artista surrealista. La amistad entre las dos artistas llegó a ser muy duradera e incluso sus obras tienen algo de semejanza. Una de las diferencias entre Remedios Varo y Leonora Carrington consiste en que esta última trabajaba la escultura en bronce y varias de sus piezas se encuentran en el Museo de Arte Contemporáneo Primer Depósito en la ciudad de Guanajuato capital.
      Las esculturas de Leonora Carrington son una combinación entre elementos zoomorfes y antropomorfes que bien podrían pasar como figuras divinas pues su imagen provoca exaltación y misterio. El arte surrealista nos transporta siempre a otro mundo totalmente ajeno al nuestro, es como un escape a la realidad en la que el observador puede darse el lujo de desaparecer por unos instantes de donde se encuentre y viajar a la realidad que nos ofrece el artista. Leonora Carrington logra perfectamente este cometido no solo en sus obras pictóricas sino también en sus estupendas esculturas en las que nos comparte toda su imaginación, sensaciones y que perdurarán muchos y muchos años más aun después de su muerte.

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