domingo, 2 de diciembre de 2012

La Máquina de Esquilo.
Por: Eduardo Rosales
El centro de las artes de San Luis con toda su belleza arquitectónica nos recibió el lunes 12 de noviembre en su explanada principal para presenciar “La Máquina de Esquilo” de Luis Enrique Gómez Ortiz Monasterio, siendo cerca de las 20:00 horas el imponente escenario y el frío se mostraban como un obstáculo difícil de sortear para los actores y nos mantenían a la expectativa de cómo se proyectaría la voz para ser perfectamente escuchados en aquella gran plaza. En ese momento 3 de los actores se aproximan al centro del escenario y haciendo tocar sus tambores, que parecían hecho de material reciclado, y una especie de ocarina, anuncian la primera llamada que para mi sorpresa es completamente audible no importando el encontrarnos a la intemperie con un viento fuerte. 
La Máquina de Esquilo comienza dándonos una breve reseña de como surge y se desarrolla el teatro griego, quizás esta es la parte más baja en ritmo de la puesta pero sirve como un buen preámbulo para la presentación de la obra que se nos muestra como un homenaje a Esquilo. De tal manera se presentan 3 comedias y una tragedia del dramaturgo griego contadas desde en ángulo muy interesante con un lenguaje sencillo y cotidiano aunque en ciertas ocasiones abusaban de las palabras altisonantes con el objetivo de aumentar la comicidad de la situación, lo cual me parece que salía sobrando en más de una ocasión, pero haciendo un poco eso de lado la comedia es manejada de una buena manera y mantiene el interés de las personas en todo momento, lo cual debió ser un trabajo arduo ya que la obra fue concebida para teatro escolar, pero el diálogo es fluido y muy divertido. Las 3 comedias representadas son “los 7 de Tebas”, “las suplicantes” y “Prometeo encadenado” las cuales además de el ingenioso diálogo, se apoyan en una muy buena energía de los actores y una constante serie de acciones en la que se van transformando en diferentes personajes con ayuda de diferentes vestuarios y variados elementos de utilería logran una atmósfera muy singular. Es de destacar la manera en que los 7 actores en escena transmutan en diferentes personajes y sin el afán de ser graciosos logran arrancar, en muchos momentos, grandes carcajadas dentro del público.
Con muy poca escenografía pero con un notable trabajo por parte de los actores  la Máquina de Esquilo dejó un muy buen sabor de boca en la Muestra nacional de Teatro y nos permitió ver los buenos esfuerzos que se están realizando dentro del programa de teatro escolar en nuestro país.

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