martes, 3 de diciembre de 2013

¡Bella Ciao!
Por: Carla Magali Hernández Vázquez

De mamá he aprendido muchas cosas; desde hacer una simple quesadilla hasta todo un platillo preparado, de cumplir con todos mis deberes y también pasar los domingos sólo en pijama, saber cuándo callar y cuándo gritar, incluso el disfrutar de una canción sin saber nada sobre ella, “disfrutar una canción sin saber nada sobre ella”, puede sonar complicado, me explicaré, recuerdo que un día escuchábamos juntas una canción, sin entender lo que decía, de que trataba, sin saber siquiera quien la interpretaba, mi mamá la disfrutaba, de su boca salían sonidos parecidos a palabras, que dudo existieran en algún idioma, mamá bailaba y se deleitaba, al observar mi incredulidad, me dijo tiernamente que una buena canción era aquella de la que no entendías nada, pero aun así la comprendías, de una forma muy extraña y enigmática esa canción  algo te decía. Con el tiempo guarde la romántica concepción de las canciones sólo como un valioso recuerdo, pero, hace unas cuantas semanas, encontré ese mensaje indescifrable para mi entendimiento y a la vez completamente claro en mi sentir, ¡Oh bella ciao!

La canción que entendía sin entender la descubrí de una forma simple y tal vez ridícula, en un momento de total aburrimiento, perdiendo el tiempo en la web, me encontré con un artículo de música, que me llevo a otro, y ese, a su vez, a uno más, terminando en una popular página de música y videos, pensando que no perdía nada, toque el botón de “play”, poco a poco empecé a escuchar una voz masculina suave y tranquilizadora, solo era capaz de reconocer dos palabras en italiano, bella ciao. Cincuenta segundos después, estaba golpeando mi pie contra el piso al ritmo del tambor, trompeta y algunas percusiones que alcanzaba a distinguir, y, sin darme cuenta, repetía constantemente junto a esa voz, oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao; de lo que paso después, solo mi cuerpo puede dar respuesta, antes de que la canción completara un minuto de reproducción, yo me encontraba bailando por toda la habitación, mis pies no podían mantenerse quietos, la alegría, encanto y dinamismo de lo que mis oídos eran testigos imposibilitaban mis nulos deseos de parar, solo brincaba, brincaba, movía mis brazos, mi cabello tenia completa libertad, se agitaba con tanta fuerza que pensé que saldría volando de mi cuero cabelludo en cualquier instante, pero no me importaba, yo solo quería brincar y brincar cada vez más alto, mis labios trataban de acompañar aquella voz que cantaba, sin embargo de ellos solo emanaban sonidos extraños, como balbuceos de bebé, sin interesarme nada de esto, yo seguía bailando y bailando, hasta que la pantalla de mi computador me notificaba que se había acabado el tiempo de reproducción.

La peligrosa y maravillosa canción, es responsabilidad de un afamado compositor de la Península Balcánica, conocido por su legendaria Banda de Bodas y Funerales, el yugoslavo Goran Bregovic. Con su singular orquesta, Bregovic mezcla sonidos del folclor búlgaro, contagiosos ritmos gitanos, guitarra eléctricas, las fascinantes voces de hombres y mujeres como coros, o, en su caso como voz principal en algunas piezas, junto a todos los instrumentos que forman parte de un orquesta tradicional, violines, arpas, flautas, trompetas, timbales y otros elementos de percusión. 

Bella ciao es un cántico partisano italiano perteneciente a los grupos opositores del fascismo y nazismo durante la segunda guerra mundial, Bregovic retoma la pieza, respetando el nombre y letra original, añadiéndole su sinigual fuerza, movimiento y alegría, convirtiéndola en una auténtica canción de Bodas y Funerales.


Tal combinación resulta en una estruendosa, fascinante y seductora colisión de sonidos, Goran Bregovic defiende que su música es para “bailar y beber”. Bailar, bailar y bailar, dejando todo lo demás atrás, sin lugar a dudas su definición fielmente es representada en Bella ciao, donde bailar es inevitable y beber, una buena opción.

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