miércoles, 4 de diciembre de 2013

John Currin
Por: Elizabeth Aparicio Díaz

En el mundo del arte contemporáneo, la pintura necesita refrescarse y tomar nuevos aires para poder seguir la evolución artística y no quedarse rezagada, ya que erróneamente asociamos lo “contemporáneo” con la instalación o el uso de nuevos medios.
John Currin es un artista norteamericano que va escalando poco a poco en los altos círculos del arte; su obra lejos de ofender causa cierto humor, no sabemos en que momento deja de ser algo “pornográfico” y pasa a ser una pieza artística.
Esta obra en particular nos remite al renacimiento, pues el cuadro es trabajado al estilo manierista, lo que podemos apreciar por el alargamiento de las extremidades, el abultamiento del abdomen y los cabellos sueltos al muy estilo de Boticcelli.
Los tonos, los cuerpos inmaculadamente blancos, los detalles, incluso el fondo negro hacen resaltar a las dos mujeres que están en el cuadro; las poses son sugerentes, pareciera que el momento que capta Currin, no es un momento de “posar” sino un descanso que tomaron antes de seguir con la sesión.
La pintura nos muestra ese otro lado de las modelos, donde no están privadas de los placeres carnales, las caricias y los rostros pícaros, rompen con el ideal plasmado en la pintura renacentista, ya que muestra ese lado oscuro de las “delicadas” damiselas que tan acostumbrados estamos a ver.

El trabajo de John Currin es ambivalente y controversial, en primer lugar por los tópicos que utiliza, ya que son netamente sexuales, y por otro lado, el manejo y la técnica que aplica al estilo de los pintores del s. XV pero enfocándolo en temas actuales, encontrando en las escenas  sexuales la mejor manera de hacer una sátira de la pintura de esa época. 

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