John Currin
Por: Elizabeth Aparicio Díaz
En el mundo
del arte contemporáneo, la pintura necesita refrescarse y tomar nuevos aires
para poder seguir la evolución artística y no quedarse rezagada, ya que
erróneamente asociamos lo “contemporáneo” con la instalación o el uso de nuevos
medios.
John Currin es
un artista norteamericano que va escalando poco a poco en los altos círculos
del arte; su obra lejos de ofender causa cierto humor, no sabemos en que
momento deja de ser algo “pornográfico” y pasa a ser una pieza artística.
Esta obra en
particular nos remite al renacimiento, pues el cuadro es trabajado al estilo
manierista, lo que podemos apreciar por el alargamiento de las extremidades, el
abultamiento del abdomen y los cabellos sueltos al muy estilo de Boticcelli.
Los tonos, los
cuerpos inmaculadamente blancos, los detalles, incluso el fondo negro hacen
resaltar a las dos mujeres que están en el cuadro; las poses son sugerentes,
pareciera que el momento que capta Currin, no es un momento de “posar” sino un
descanso que tomaron antes de seguir con la sesión.
La pintura nos
muestra ese otro lado de las modelos, donde no están privadas de los placeres
carnales, las caricias y los rostros pícaros, rompen con el ideal plasmado en
la pintura renacentista, ya que muestra ese lado oscuro de las “delicadas”
damiselas que tan acostumbrados estamos a ver.
El trabajo de
John Currin es ambivalente y controversial, en primer lugar por los tópicos que
utiliza, ya que son netamente sexuales, y por otro lado, el manejo y la técnica
que aplica al estilo de los pintores del s. XV pero enfocándolo en temas
actuales, encontrando en las escenas sexuales la mejor manera de hacer una sátira
de la pintura de esa época.
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