martes, 3 de diciembre de 2013

Por: Montserrat Gómez y Gómez.

Ricardo III.
Titulo original: Richard III.
Año: 1995.
Duración: 107 min.
País: Inglaterra.
Director: Richard Loncraine.
Guión: Richard Loncraine & Ian McKellen.
Música: Trevor Jones.
Fotografía: Peter Biziou.
Género: Drama histórico.

Hablando de literatura, adoro el género dramático, pero no cualquier drama llena mis expectativas, soy una apasionada del drama inteligente, el que obliga al lector a apurar un poco la lectura, para descubrir el desenlace del libro, sin consolarlo con un final estereotipado. Desgraciadamente muchos estudios de filmación han tratado de llevar estas obras a la pantalla grande, sin lograr nada más que mediocres ensayos, que no hacen más que destazar partes “esenciales” de la trama. Al ver el título y la sinopsis de la película, pensé que sería un kilo más de carne molida, sin pies ni cabeza, pero me lleve una grata sorpresa noventera.
El film Ricardo III es dirigido por Richard Loncraine, quien en colaboración de Ian McKellen escribieron la adaptación, basados en la puesta en escena que lleva el mismo nombre y que fue escrita por William Shakespeare en siglo XVI; en esta versión cinematográfica la historia es grácilmente trasladada a la Inglaterra de 1930, e inteligentemente embonada con una situación política que poco a poco se convierte en una especie de Tercer Reich inglés, gracias a una serie de estrategias y ardides empleados por Ricardo (Ian McKellen) para hacer a un lado a todos los herederos que le impedían ser rey.
En una paleta de colores que comienza con tonos pasteles, utilizados al inicio del largometraje y que transmiten la sensación de “armonía” en las escenas de familia, conforme la trama se transforma poco a poco junto con los diálogos, las tonalidades se vuelven profundamente frías, interrumpidas ocasionalmente por contrastantes rojos en algunos elementos estratégicos de escenografía, vestuario, utilería y maquillaje, piezas que además son obsesivamente recreadas a la perfección hasta los detalles más mínimos del contexto histórico de la época. La actuación estrella de Ian McKellen logra inmediatamente una maliciosa empatía con el público, a través de sus monólogos de villano en los que interviene frontalmente a la cámara, habla con la audiencia desbordando carisma, astucia y frivolidad, todo esto con una notable naturalidad, que es acompañada de una excelente selección de casting que logran representar la imagen emocional interna y externa de cada uno de los personajes que intervienen durante los 112 minutos de cinta.

Premiada con el Oso de Plata a mejor director, Ricardo III es una apuesta arriesgada que rindió sus frutos y logro convertirse en un largometraje intenso, clásico y ágil, que aunque originalmente fue escrito hace poco más de cinco siglos, continua siendo un tema actual y una burla mordaz a la sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario