Por: Dapfna Paola Morfin Ruvalcaba.
Como agua para
chocolate es una novela escrita
por Laura Esquivel, publicada en 1989. En la novela se puede apreciar un estilo particular, en
el que se emplea un realismo mágico con el fin de combinar
lo sobrenatural con lo mundano.
Una novela sorprendente, inolvidable, cuyo
tema gira en torno a un amor imposible y para alcanzar su meta la protagonista
recurrirá a las artes culinarias. Encabezando cada capítulo con una receta, esta
historia mágica convierte la gastronomía en un código de sensualidad cargado de
penetrantes aromas, colores y sabores.
La mayor parte del libro está
escrita en una manera metafórica y eso hace que la imaginación del lector se
deje llevar por el texto, nos envuelve y atrapa desde el primer momento.
Un
pequeño inciso del prólogo:
“Desde el espacio más íntimo de una casa mexicana, desde las historias de las criaturas que nacen, aman y mueren en la cocina, desde las propias recetas, regadas a menudo con las lágrimas de las mujeres y transmitidas de generación en generación, la fuerza motriz de “Como agua para chocolate” está en la recreación de las palabras al servicio de una metáfora de los sentimientos.
Esta novela, narrada en
tercera persona por la sobrina nieta de la protagonista y con cada capítulo
introducido por una receta, se asocia con talento la sensibilidad del personaje
principal a través del placer culinario.
El título de la novela, que hace referencia al punto de ebullición del agua para derretir el chocolate, va ligando a la pasión amorosa.
Ambientado en tiempos de la Revolución
Mexicana, el libro presenta un sabroso retrato femenino y una crítica social a
una comunidad machista y represora.
La historia está llena de magia, la
esencia del libro es la comida y a través de ella ocurre toda la trama y a
través de ella, conocemos, pensamos y sentimos lo que
ocurre con los personajes. Lo cual ha sido placentero leer.
"Como agua para chocolate" es una novela que disfruté mucho. Es sencilla pero destila sentimientos puros en cada página. Abre el apetito y hace sentir, oler y saborear cada momento narrado. Además, concluye en un final que no podría haber sido mejor. ¿Qué más podemos pedir?
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