lunes, 14 de octubre de 2013

Por: Mahany Tehabet


“En mi afán de construir cielos llenos de nubes me puse a estudiar ese sutil ambiente que registraba la cámara. Una cosa como smog muy ligero. Entonces, por medio de filtros infrarrojos logré quitarlo. De esta forma las nubes salían mejor porque el filtro oscurecía el azul del cielo y realzaba el blanco”.
GABRIEL FIGUEROA
                         


Allá en el rancho grande, Los olvidados, La perla, Flor silvestre, Macario, El fugitivo, Enamorada, Rio escondido y más de doscientos títulos componen la cinefotografía de uno de los personajes más importantes, no solo de México sino del mundo, Gabriel Figueroa Mateos.

Nace en 1907 en México DF, estudia pintura en la academia de San Carlos pero el contacto con la fotografía de José Guadalupe Velasco sería un acontecimiento que marcaría radicalmente su quehacer dentro de la cinematografía mexicana por los siguientes años. Siendo el filme de Miguel Contreras, “Revolución”, su primer trabajo dentro del ambiente cinematográfico mexicano. Es en 1938 cuando Fernando de Fuentes le ofrece realizar la fotografía de su película “Allá en el rancho grande”.  Posteriormente obtiene una beca en Estados Unidos para estudiar con Gregg Toland, uno de los mejores cinefotógrafos del cine mundial, experiencia que marcaría  definitivamente su estilo fotográfico, dejando reflejado claramente el dominio de la luz, composición y profundidad de campo en filmes de Emilio “el indio” Fernández, Luis Buñuel, Roberto Gavaldón, John Ford y John Huston. 

Camarógrafo, fotógrafo, stillman y cinefotógrafo,  ¿Pero que hace un cinefotógrafo? Cinefotógrafo es aquella persona encargada de elegir el encuadre adecuado, la iluminación y color, es decir es el responsable de cómo se va a ver el filme. Sin lugar a dudas la cinefotografía de Gabriel Figueroa es reconocida en cualquier momento sin necesidad de ser un experto en materia cinematográfica, solo basta observar un fotograma lleno de nubes, paisajes mexicanos, rostros profundamente dramáticos pero sobre todo el manejo espectacular del claroscuro, generando una combinación que toca las fibras más sensibles del espectador, independientemente del discurso narrativo que la película maneje.

“El fotógrafo de los cielos”, “El dueño de la luz”, “El cinefotógrafo que invento México” son algunos de los muchos sinónimos atribuidos a Gabriel Figueroa por sus composiciones extraordinarias dentro de los filmes del cine mexicano, marcando un forma de ver la expresión cinematográfica de los años 40´s hasta gran parte de los 80´s y una pieza clave y motivo de inspiración en la cinematografía nacional e internacional actual como el caso de Emilio Maillé quien recopila la cinefotografía de Gabriel Figueroa en su gran documental “Miradas Múltiples”  http://www.youtube.com/watch?v=B2lY8DIAIBw. Indiscutiblemente Figueroa le da una importancia tremenda a la imagen dentro del filme, llevándolo a ser merecedor de cada uno de los títulos adjudicados.  Basta ver unos cuantos fotogramas para despertar la sensibilidad, emocionarse a la par del transcurso de dichos fotogramas y sentir el folclor mexicano que captura y transmite en cada encuadre, dejando de lado los diálogos y siendo la imagen misma la que cuenta la historia porque cada segundo que pasa es una sorpresa cinefotografica que Gabriel Figueroa regala.

El sorprendente encuadre desde el suelo en la escena del tiro de gracia en la película “Un día de vida” de Emilio “el indio” Fernández, deja ver un alucinante cielo saturado de nubes con buen logrado balance de blancos. En “Pueblerina” del mismo director, hay un manejo de sombras estremecedoras (minuto 1:30:00 http://www.youtube.com/watch?v=qIvh-NOiVDA) en la marcha de los soldados mientras la cámara es enfocada en María Félix. Además de los reflejos sobre el agua del paisaje y cielo en “María candelaria.  Después de ver un poco de la cinefotografía de Gabriel Figueroa es inevitable salir y ver un cielo lleno de nubes y no te recuerde al gran maestro Figueroa.


"Yo hice una imagen mexicana en blanco y negro, pero en color ni yo ni ninguno hemos logrado tenerla. Es muy difícil porque el pueblo mexicano no tiene color. Las camisas y los calzones de manta, el sombrero de petate y los rebozos negros de las mujeres. No hay color, solamente en las fiestas sale el colorido muy barroco, pero en general, el pueblo está despojado de color, por eso yo podía fotografiarlo a partir del blanco y negro"
GABRIEL FIGUEROA

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