Por: Rodrigo V
Amor
y su visita demoníaca.
¿Qué
será más interesante, pensar que Guadalupe Amor solía tener una gran lucidez e
imaginación para crear sus versos, o que realmente era víctima posesa del
demonio?
En
ésta poesía “Visitación del demonio”, nos deja entrever sus inquietudes,
jugando con lo profano, lo espiritual y lo humano, dándonos esa mezcla de rima,
eufonía en sus versos tan armoniosos para el oído, se disfruta; su lexicología
es más metafórica, que se rige casi en la totalidad de ésta pieza en alegorías.
Su
métrica no es exacta como en el caso de alguna décima o algún soneto
(refiriéndonos a separación silábica), pero tiene estructura, está fonéticamente construida para tener esa fluidez
al lector y al mismo tiempo evocarlo a la interpretación de la autora.
A
pesar de su forma estrafalaria de versificación y de expresión, manifiesta
congruencia de principio a fin, nos justifica los orígenes del poema y nos da
un clímax en todo el escrito, no dejando palabras sueltas, ni ambigüedades de
su inspiración.
Incitante
es éste poema, tanto que se puede releer una y otra vez, es un deleite total,
un escrito que realmente recomiendo conocer.
Dejo la poesía escrita y un video
con el mismo recitado por la misma Guadalupe Amor
Visitación
del demonio.
En
mi noche ha venido
el
demonio celoso a visitarme,
su
presencia he sentido,
pero
en vez de quemarme
con
su fuego ha logrado congelarme.
No
puedo recordar
el
clima de la noche visitada,
pero
puedo jurar
que
mi mente enervada
ha
servido al demonio de morada.
En
la noche me pierdo,
hoy
mi noche no tiene convulsiones,
y
con todo recuerdo
las
temibles uniones
con
el tordo creador de las pasiones.
Mas
una cosa extraño,
¿cómo
si pude resistir su ardor,
su
infinito tamaño,
aún
ignoro el color
que
tiene el enemigo abrazador?
Que
tal vez el maligno
en
la forma de dios vino a turbarme,
y
el fulgor de su signo
consiguiendo
cegarme,
impidió
que pudiera cerciorarme
¿Más
podrá ser acaso
del
color de la noche en que lo miro,
un
inmóvil ocaso,
el
vacío en que giro,
la
hueca oscuridad en que deliro?
Pero
puede ser rojo
y
tener la estructura de mis venas,
puede
ser el arrojo,
las
ardientes cadenas,
las
moradas de fuego siempre llenas.
¿Y
si fuese lo verde?,
la
cobarde esperanza y el deseo,
lo
que siempre se pierde
ese
cielo que veo,
y
de tanto mirarlo en él no creo,
¡pero
NO que locura!
el
demonio no tiene estos colores
no
es la negra tortura,
ni
los rojos ardores,
ni
tampoco los áridos verdores,
Intensamente
pálido,
revestido
de gris indiferencia,
cauteloso
y escuálido,
sin
fuerza ni violencia
va
derramando su plomiza esencia.
De
mi noche despierto,
y
el misterio por fin he descifrado,
su
color es de muerto,
sólo
es polvo formado,
¡por
mi pensante polvo desquiciado!
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