Proceso y construcción[1]
Por: Cecilia Fuentes
El cubo rubick
de Oliver
Esquivel es una variación
estratégica del afamado rompecabezas tridimensional con objetivos diferentes,
el mérito de su armado no radica en la solución monocroma, sino en la capacidad
mental de articular las piezas en el espacio con esa única posición correcta
para la fortaleza de su estructura -valiéndose, en este caso- de rostros vivaces
que necesitan ser completados; en su instalación Oliver se divierte
maliciosamente situando las porciones cúbicas en diversos lugares: las cuelgan
del techo, las tira en el piso, las sobrepone o amontona, pero nunca las ofrece
íntegras para sugerir su activación.
Cada una de
las caras exteriores está compuesta por 36 cubos que funcionan como soporte de
enormes rostros en acrílico, hace concesiones realistas en las figuras
deformadas por muecas u objetos y emplea sus características manchas
seccionadas que abrillantan y digitalizan las formas; al interior, sin embargo,
suple el mecanismo giratorio del juego por prismas también fragmentarios sobre
los que dibuja en tela 4 nuevos rostros, esta vez con un semblante
imperturbable y ceremonial, para llegar a ellos hay que desarmar aún más el
exterior o encontrar las ventanas y rendijas que nos permite su aleatoria
colocación.
Tal como la intitula Rubick
-el proceso y la construcción- está
por encima de ser una simple explosión de cubos suspendidos que invaden un
lugar circunstancial, en ella se evidencia la potencia operante y sus etapas
productivas, solo que para mostrarlo se da a la tarea de deconstruir la
estructura proponiéndonos un mecanismo de observación similar: Oliver adopta
una postura crítica frente a la supuesta disolubilidad de la forma y el
contenido en el arte contemporáneo, para hacerlo reivindica la materia en su
monumentalidad y expansión planteando concepciones de idéntica magnitud.
Si somos
cuidadosos podremos advertir que la obra recrea el proceso de las artes
heredadas administrando su uso, el procedimiento inicia debajo y de él podemos
ver muy poco, el grafito, carbón y pigmento dan forma a los primeros rostros
donde las líneas delimitan las facciones, los achurados sombrean y proveen
volumen, la creta ilumina y aclara, el conjunto se contrasta y la estabilidad
física y formal aporta el esqueleto necesario para lo que vendrá, después
recubre su pre-obrar con pequeños cubos, con un trabajo delimitado y seccionado
que hará frente a la pintura dispuesta, no sólo eso, las poses se rompen y las
gesticulaciones cambian sustancialmente la base o principio, lo que vemos -o suponemos que vemos- quedó convertido en
una mínima parte del esfuerzo
constructivo, de hecho, para esta etapa la carga se ha liberado, las muecas que
vemos se burlan de la admiración por el resultado, abuchean al incauto que solo
las quiere ver a ellas, nos sacan la lengua por la obviedad.
Finalmente la
estructura no puede contenerse más… explota
y ahora sí se suspende en el tiempo para que nos sea factible concebir
su obrar constante, para que literalmente transitemos en las etapas de
gestación y completemos entonces y, desde allí, la masa inmensa. Recordemos una
vez más sus pretensiones, como variante del rubick es un reto a nuestra
curiosidad y un lúdico deleite por su rápida solución.
Sitios de interés:
http://oliveresquivel.blogspot.mx/
[1] Texto publicado en la página del autor: http://oliveresquivel.com, hace alusión a la instalación: “Rubick –el proceso y
la construcción-“ en los siguientes montajes: 2009- exposición homónima
presentada en la Galería Jesús Gallardo de león, Gto por motivo del FIC 37,
2010- exposición Geometría Orgánica
presentada en el MAC 8 de Aguascalientes, Ags. 2011-exposición El retrato como emplazamiento mnemónico
presentada en Galería Libertad de Querétaro, Qro. Y 2012- exposición Rubick –el proceso y la construcción- presentada
en Galería Tomás Chávez Morado, UG, Guanajuato, Gto.
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