Por. Mahany Tehabet
-Giovanni vamos a trabajar,
no perdamos más el tiempo-
¿Qué tiempo Fabio? He estado
bajo estas paredes por 20 años y me
estás diciendo que ¡No pierda tiempo!
CESAR DEBE MORIR
Es en 2012, cuando los hermanos Paolo y Vittorio
Taviani una vez más deleitan cinematográficamente con “Cesar debe Morir”. Filme
italiano que trae una propuesta muy interesante y arriesgada al hacer documental, pues en esta ocasión deciden hacer mancuerna
con la ficción.
Docuficción desarrollada dentro de la prisión
romana de alta seguridad “Rebibbia”, mientras Fabio Cavalli, director de grupo
de teatro de la prisión, monta “Cesar debe morir” de Shakespeare, con los reos
como actores, y es precisamente aquí en donde los hermanos Taviani empiezan su
labor cinematográfica, documentando paso a paso el proceso de la obra. Con un
sutil empleo del blanco y negro además de una musicalización estremecedora,
generando situaciones en donde la línea que separa la interpretación del
personaje con “la vida real” es muy delgada, y una vez más el blanco y negro
hace de las suyas, dándole al filme un fotografía capaz de transportar a esa
Roma antigua.
Salvatore Striano, Giovanni Arcuri, Antonio Frasca,
Juan Bonetti, Vicenzo Gallo culpables de tráfico de drogas, crimen organizado,
asesinato y virios crímenes más (información realmente innecesaria al momento
de ver la película puesto que la combinación de dirección, fotografía,
musicalización y pasión de los “actores”
componen un filme que emociona y al mismo tiempo llena de nostalgia) son
algunos los encargados de interpretar a Julio Cesar, Marco Antonio, Bruto y
Casio.
No es de sorprender que semejante obra teatral
genere tantas emociones en el espectador pero si cabe destacar que el resultado
del filme fue maravilloso, porque la emoción que la obra de Shakespeare generó
en los presos al interpretarla es indudable pero lo que el filme captó fue
asombroso, por una parte atrapó la pasión y emoción de los presos y debido a
esa pasión logro capturar situaciones ajenas a los personajes, desnudándolos
como seres humanos y no como presos-actores, lo cual es un punto importantísimo
porque Cesar debe morir no pretense ser, ni es “un teatro filmado”, es una
documentación de sentimientos, emociones y sobre todo un acercamiento al arte,
solo basta ver una de las escenas finales en donde uno de los reos ingresa
nuevamente a su celda mientras nostálgicamente dice: “Desde que me familiarice con el
arte, esta celda se ha vuelto una prisión”, demostrando una vez más al
mundo entero que en la cultura y el arte lo que se necesita es pasión y saberla
orientar.
Si te animaras a hacer una columna periódica sobre críticas y recomendaciones sobre cine la seguiría con gusto.
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