Por: Maribel Vera Navarro.
Y entonces encontré un resentimiento. 2011.
Flor Bosco.
Palabra, obra y omisión.
¿Difícil de asimilar?, ¿obras sin sentido? Tal vez sí, pero ¿por qué? ¿Por el uso de materiales poco comunes?, ¿por plasmar temas que, por lo menos en esta exposición, son difíciles de tratar, como lo es la religión?, o quizá ¿porque en cada una de sus obras refleja aquellas cosas que habitan en el interior de todas las personas, cosas que no queremos mostrar, como los miedos, los sueños, etcétera?
La pieza que tal vez se acople mejor a mis palabras es la titulada: “y entonces encontré un resentimiento”. Lo que haya provocado en mí por el momento es lo de menos, pero estoy segura de que aquellos que la vean no podrán evitar sentirse invadidos por sentimientos que pasarán desde la venganza, la felicidad, y otros, hasta llegar a la culpa; tal vez en este punto dejarán de contemplar la pieza y se retirarán a observar las demás. Lo verdaderamente curioso es que la artista juega con el público y termina por hacerle lo mismo, obviamente con distintos sentimientos, en cada una de sus obras.
El trabajo que realiza Flor en general es basto en significados, cada uno de ellos es como un espejo en el que el espectador, valga la redundancia, se refleja y se sumerge, cual si fuera Alicia, en un viaje en el que incluso existiendo varios caminos, cada persona terminará eligiendo el propio, sin que ninguno de ellos sea el verdadero o el falso. Simplemente será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario