Por: Rosa Olivia Serrano
Locura
Silení (Locura) es el nombre de un largometraje del director checo Jan Svankmajer que trata de la gestación de un manicomio en el cual los enfermos mentales toman el poder. Las supuestas terapias contribuyen a aumentar su locura y se les alienta a ejercer una libertad absoluta. Las autoridades antiguas del sanatorio son humilladas y encerradas en celdas, ya que ellos optaban por una vía conservadora para curar la demencia, mediante vigilancia continua y severos castigos. Ambas concepciones exageradas en extremo y dañinas en igual medida.
Se trata de una película que hace burla de casi todo lo que uno pueda creer, tiene elementos verdaderamente blasfemos que pueden llegar a perturbar al espectador. Satiriza y ataca los cimientos en que se sustenta la ética, la moral y las nociones de salud mental; el guión tiene algunos tintes de la literatura de Edgar Allan Poe y el Marqués de Sade, por sus componentes lóbregos y subversivos.
Berlot es un joven perturbado por una pesadilla crónica en la cual dos enfermeros forcejean con él para ponerle una camisa de fuerza, al despertar siempre encuentra la habitación completamente destrozada, todo esto por la impresión del reciente funeral de su madre. Encuentra a un marqués que le ofrece su ayuda y lo invita a su palacio. Una noche Berlot se da cuenta de las extrañas costumbres de su anfitrión, quien realiza orgías libertinas y prácticas inauditas: insulta desmesuradamente la imagen de un Cristo, mientras le entierra innumerables clavos en todo el cuerpo; realizan una simulación retorcida de la eucaristía con pastel de chocolate y obligan a una joven a participar en actos carnales. Todo esto causa una gran indignación en Berlot, por lo que decide abandonar el castillo al día siguiente. Sin embargo no lo hace pues el marqués sufre un ataque cataléptico y no da señales de vida; es amortajado y enterrado, pero amanece vivo y con el desayuno servido dentro de la tumba. Se trata según él de una extraña terapia de choque que lo ayuda a superar la muerte de su propia madre, que fue enterrada viva por error. Le propone a Berlot una terapia similar y lo lleva a conocer el manicomio descrito anteriormente, en donde da cuenta de numerosas excentricidades cometidas por los internos y por el propio psiquiatra que dirige el sanatorio.
Svankmajer utiliza recursos visuales que remiten a un mundo oscuro y enfermo, como cerebros y carne viva que se pasean por el piso y salen de las paredes; la trama está llena de irreverencias y excentricidades. Me hizo pensar hasta qué punto la sociedad deshumaniza y menoscaba a los locos e indeseables, y hasta qué punto nuestro mundo es un manicomio a gran escala.
Anexo parte del prólogo de la película, me pareció muy ilustrativo:
«Señoras y señores, la película que van a ver es una película de terror; con toda la decadencia propia del género. No es una obra de arte. Hoy el arte está casi muerto, sustituido por el anuncio publicitario del rostro de Narciso reflejado en el espejo del agua.
(…) La película propone en esencia, un debate ideológico sobre la gestión de un manicomio. En principio, hay dos maneras de hacerlo. Ambas son igualmente extremas. Una alienta la libertad absoluta; la otra, el método obsoleto (conservador), y comprobado, de vigilar y castigar. Pero hay un tercer método que combina y resume los peores aspectos de los dos primeros: Es el manicomio en el que vivimos hoy.» Jan Svankmajer
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