Por. Mahany Tehabet
¿LA MEJOR RACHA DEL CINE
MEXICANO?
No todo son tres cintas
El negocio del cine es
macabro, grotesco: es una mezcla
de partido de fútbol y de
burdel
FEDERICO FELLINI
Ya que se está a nada de concluir el 2013, me
atrevo a afirmar que este año ha sido uno de los mejores para la cinematografía
mexicana no solo a nivel nacional sino también internacional, un ejemplo ello
son Amat Escalante con Heli,
y Diego Quemada con La
jaula de oro directores aplaudidos, reconocidos y ganadores en el pasado Festival
de Cannes. De igual forma Gary Alazraki con “Nosotros los nobles”, Manolo Caro
con “No sé si cortarme las venas o dejármelas largas” y el patético debut
cinematográfico de Eugenio Derbez con “No se aceptan devoluciones”, dieron cita
a millones de personas en las salas de cine, generando un numero en taquilla
que hace mucho tiempo no se registraba.
Erróneamente muchos creen que esta buena racha de
cine mexicano se debe únicamente a cintas como: Nosotros los nobles, No sé si cortarme las venas o
dejármelas largas y en primerísimo lugar No se aceptan devoluciones.
Filmes que dejan mucho que desear en cuanto a calidad, propuesta y lenguaje
cinematográfico ya que solo están hechas para entretener y generar ganancia, lo
cual en cierta parte ayuda a que se apueste por ese cine mexicano que pocos
conocen.
Nosotros los nobles resulta ser una cinta
“inspirada” en El gran Calavera de Luis Buñuel; en la que solo dos actores,
Gonzalo Vega y Luis Gerardo Méndez, rescatan el filme y en donde la temática es
parecida al estándar que manejan las telenovelas mexicanas. En cuanto a “No sé si cortarme las venas o
dejármelas largas” no pasa de ser una comedia entretenida que abusa de técnicas
teatrales cuando se tendrían que emplear herramientas que funcionen y encajen
en el ámbito cinematográfico. Y finalmente la película que causo sensación en
el público latinoamericano y anglosajón “No se aceptan devoluciones”, el cual
resulta ser un proyecto de años, según comenta el “director”, francamente mal
invertidos porque no va más allá de ser una cinta muy parecida a “Big daddy” de Dennis
Dugan y “The game plan”
de Andy Frickman con la diferencia de tener un final que hace derramar algunas
lágrimas.
Estos filmes resultan ser a grandes rasgos el
estándar de lo que un director mexicano hace, en cuanto al inconsciente
colectivo se refiere, pero solamente son cintas que ayudan a que el cine
mexicano con propuesta a las que nadie le quiere apostar empiecen a
posicionarse dentro de salas comerciales y así generen una ganancia que les
permita continuar con más producciones; claramente esta, que las tres cintas
anteriores no les llegan a los talones a filmes como Heli y La Jaula de oro,
que manejan una temática actualmente ya explotada en demasía: narcotráfico y
migración pero con un lenguaje y propuesta que sorprende, que saca de lo cotidiano y sobre todo que no recuerda a una
burda telenovela y para gusto de muchos premiadas en festivales internacionales
que le adjudican una cierta “calidad”.
Retomando el tema, la producción cinematográfica de
este 2013 es asombrosa, con filmes estremecedores,
sutiles, bien manejados y variados pero vistas por muy pocos, en donde nuevos
directores traen propuestas arriesgadas pero amenas como el caso de Nos vemos papá de Lucia
Carreras, película que toca el tema de la perdida y duelo de un ser querido;
con un toque más existencialista esta Halley de Sebastián
Hoffman; No quiero dormir
sola de Natalia Beristáin abordando el tema del Alzheimer, Club Sándwich de Fernando
Eimbcke, González de
Christian Díaz, Los
insólitos peces gato de Claudia Sainte-Luce. Documentales como Cuates de Australia de
Everardo González,
Quebranto de Roberto Fiesco, y los recientes galardonados en el Festival
Internacional de Cine de Morelia El cuarto desnudo de
Nuria Ibáñez y Elevador
de Adrián Ortiz Maciel, solo por mencionar algunas.
Cabe mencionar que la mayoría de estas producciones
tienen una vida muy corta dentro de las salas de cine, años anteriores era
impensable que tuvieran un espacio dentro de estas, siendo los festivales cinematográficos,
cinetecas o cineclubs los únicos lugares en donde se proyectaban pero
afortunadamente este año mejoro la situación, ya que comercialmente tuvieron
una apertura positiva que permitió que se generaran los recursos necesarios
para una mayor producción cinematográfica,
además del gran recibimiento por parte del público a estas nuevas
propuestas.
Indudablemente el cine mexicano tiene mucho para
mostrar, mucho que decir y mucho más que filmar solo es cuestión de que se
encuentre el público, lugar y apoyos indicados para que la producción salga a flote pero sobre todo
darse cuenta que no en todo el cine mexicano sale Carmen Salinas, Karla Souza,
Ludwika Paleta por un lado y por otro Damián Alcázar, Giménez Cacho y demás
actores estereotipados “buenos o malos”, muestra de ello son las grandes
actuaciones e historias que se realizaron en las producciones de este 2013,
esperando con entusiasmo que en pocos meses se continúe con esta buena racha de
cine mexicano que tanto hace falta, inclusive con el recorte que recibirá
IMCINE el próximo año en su presupuesto.
Vientos, muy buena crítica, tiene lo que es importante: contenido. E informa de la periferia que es lo que da pies a una gran crítica, bien Mahany :D
ResponderEliminar